jueves, 19 de mayo de 2011

4º ESO: CUENTOS FANTÁSTICOS DE LOS ALUMNOS





                                                                         
El arreglaerrores
Lidia Maria Montes Pedrera

Encontrada mujer muerta, en el piso donde residía con su marido.

En el colegio zurraba a todos los niños, no los aguantaba, los odiaba y punto, no había nada que hacer. Pulsé. La gente me adoraba, era una niña preciosa.
Más mayor, no aguantaba ciertas clases de mi instituto, me iba sin ningún tipo de problema de clase, no las aguantaba. Pulsé. Me saqué el graduado con un 10 y me licencié en Medicina.
Cuando ya no aguantaba a mi madre y empezábamos a tener una discusión, huía y volvía a casa siempre que me apetecía. Pulsé. Mi madre me amaba con locura, creía que tenía la mejor hija del mundo.
Cuando una de mis amigas me traicionó, la maté, pensé que se lo merecía. Pulsé. Esa amiga, cada día de su vida, me ha dicho lo mucho que le hago falta.
Pulsé, pulsé, pulsé, pulsé…
Al hacerme adulta, me casé con el hombre de mi vida y me maltrató…
No tengo pulso, ni donde pulsar.


                                                                                                       
EL SONIDO DEL SILENCIO
Alejandro Haro Medina

En un pueblo de alta montaña no muy lejano del mar, una peña de colegas
estaba al lado del río haciendo botellón.
Era verano, sobre la media noche. Estaban sentados en un árbol que previamente había sido derribado por un rayo, a causa de ese percance
estaba de color negro,  tenían la música alta, algo normal durante un botellón, no había vecinos cerca, solo un hombre ya muy mayor que vivía a menos de quinientos metros de allí. De  repente no se oía nada, entre ellos no se podían hablar ya que no se escuchaban. Poco a poco se les acercó un hombre, que tiraba de un carro con unos altavoces de madera.
Todos le empezaron a preguntar y el hombre como buen educado que estaba les respondió que eran unos altavoces que tenían la capacidad de reproducir el sonido del silencio.
Todos los colegas se enamoraron de los altavoces le preguntaron cuánto quería por ellos y él les contesto que quería que le enseñasen a tener más vitalidad humana.
Al poco tiempo se encontraron a todos los de la peña asesinados todos y cada uno de ellos con estacas de madera negra carbón clavadas en el corazón.

1 comentario:

  1. Muy buenas historias,quizas deberiais plantearos escribir mas en amenudo,me ha gustado el primer cuento mas que el segundo(Lo siento Alejandro).

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