martes, 21 de diciembre de 2010

FELICITACIÓN NAVIDEÑA PARA TODOS LOS ALUMNOS, USUARIOS Y FANS DEL BLOG (MEJOR QUE LA DE FREIXENET..., PERO SIN SHAKIRA)

MENARDELESCRIBIDOR aprovecha para desear a todo quisqui una feliz Navidad. Disfrutad de las fiestas, no os paséis con las comilonas y leed mucho (novelas que os interesen, cómics, etc.). Y disfrutad de este vídeo, que aunque la canción tiene ya sus años, un clásico siempre es un clásico en Navidad, ¿no? Lo siento, alumnos de 4º, cuando Lady Gaga haga un villancico, tranquilos, que lo colgaré en el blog. Hasta entonces, dejemos que cante Frank Sinatra... Ahí va el link con el villancico jazzístico (Let It Snow):
http://www.youtube.com/watch?v=aQzlJRjXSGY

viernes, 10 de diciembre de 2010

4º ESO Y 1º BACHILLERATO: ELOGIO DE LA LECTURA Y LA FICCIÓN

Este señor tan sonriente es Mario Vargas Llosa, escritor peruano que acaba de ganar el Premio Nobel de Literatura, y autor de novelas como Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo o El Paraíso en la otra esquina. En la entrada de abajo encontraréis una actividad a partir del discurso que pronunció hace pocos días al aceptar el Premio Nobel. La entrada contiene 2 links que contienen las dos partes del vídeo del discurso que él mismo pronunció, y abajo de estos links encontraréis también fragmentos escritos del discurso. Con la parte escrita ya podréis realizar la actividad, pero si alguien prefiere el soporte audiovisual o quiere complementar una cosa con la otra, para eso he colgado también los vídeos. ¡Ala, a leer y escuchar al Premio Nobel!

4º ESO Y 1º BACHILLERATO: VARGAS LLOSA, PREMIO NOBEL DE LITERATURA

Aquí tenéis el discurso que Mario Vargas Llosa pronunció el pasado 7 de diciembre al recibir el Premio Nobel de Literatura, titulado ELOGIO DE LA LECTURA Y LA FICCIÓN. Os pongo dos versiones: una en vídeo, y la otra compuesta por fragmentos escritos donde recojo lo más destacado de su discurso.
¿QUÉ TRABAJO TENÉIS QUE HACER?: Tenéis que enviarme un resumen (8 líneas) del contenido del discurso escrito, y una opinión personal (5-7 líneas) sobre lo que Vargas Llosa dice acerca de la literatura: si estáis de acuerdo con él, y qué es para vosotros la literatura.


http://www.youtube.com/watch?v=pa4mOyL94fUhttp://www.youtube.com/watch?v=hQRyw5P1xaM


Elogio de la lectura y la ficción. Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas.
La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras.
Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro, de gran nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores. Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero.
Algunas veces me pregunté si en países como el mío, con escasos lectores y tantos pobres, analfabetos e injusticias, donde la cultura era privilegio de tan pocos, escribir no era un lujo solipsista. Pero estas dudas nunca asfixiaron mi vocación y seguí siempre escribiendo, incluso en aquellos períodos en que los trabajos alimenticios absorbían casi todo mi tiempo. Creo que hice lo justo, pues, si para que la literatura florezca en una sociedad fuera requisito alcanzar primero la alta cultura, la libertad, la prosperidad y la justicia, ella no hubiera existido nunca. Por el contrario, gracias a la literatura, a las conciencias que formó, a los deseos y anhelos que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos del viaje a una bella fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando los contadores de cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola.
Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión. Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real. Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobación, si echa raíces en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, inquisidores y carceleros viven más seguros y mejor.
Como todas las épocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanáticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie convencida de que matando se gana el paraíso, que la sangre de los inocentes lava las afrentas colectivas, corrige las injusticias e impone la verdad sobre las falsas creencias. Innumerables víctimas son inmoladas cada día en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores de verdades absolutas. Creíamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido. Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo y, con la multiplicación de armas de destrucción masiva, no se puede excluir que cualquier grupúsculo de enloquecidos redentores provoque un día un cataclismo nuclear. Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crímenes retumbe por todo el planeta y nos abrumen de horror las pesadillas que provocan. No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercándonos –aunque nunca llegaremos a alcanzarla– a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura, aquella que sólo inventándola, escribiéndola y leyéndola podemos merecer. Enfrentándonos a los fanáticos homicidas defendemos nuestro derecho a soñar y a hacer nuestros sueños realidad.
Volvamos a la literatura. El paraíso de la infancia no es para mí un mito literario sino una realidad que viví y gocé en la gran casa familiar de tres patios, en Cochabamba, donde con mis primas y compañeros de colegio podíamos reproducir las historias de Tarzán y de Salgari, y en la Prefectura de Piura, en cuyos entretechos anidaban los murciélagos, sombras silentes que llenaban de misterio las noches estrelladas de esa tierra caliente. En esos años, escribir fue jugar un juego que me celebraba la familia, una gracia que me merecía aplausos, a mí, el nieto, el sobrino, el hijo sin papá, porque mi padre había muerto y estaba en el cielo. Era un señor alto y buen mozo, de uniforme de marino, cuya foto engalanaba mi velador y a la que yo rezaba y besaba antes de dormir. Una mañana piurana, de la que todavía no creo haberme recobrado, mi madre me reveló que aquel caballero, en verdad, estaba vivo. Y que ese mismo día nos iríamos a vivir con él, a Lima. Yo tenía once años y, desde entonces, todo cambió. Perdí la inocencia y descubrí la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo. Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz. Y fue escribir, a escondidas, como quien se entrega a un vicio inconfensable, a una pasión prohibida. La literatura dejó de ser un juego. Se volvió una manera de resistir la adversidad, de protestar, de rebelarme, de escapar a lo intolerable, mi razón de vivir. Desde entonces y hasta ahora, en todas las circunstancias en que me he sentido abatido o golpeado, a orillas de la desesperación, entregarme en cuerpo y alma a mi trabajo de fabulador ha sido la luz que señala la salida del túnel, la tabla de salvación que lleva al náufrago a la playa.
Aunque me cuesta mucho trabajo y me hace sudar la gota gorda, y, como todo escritor, siento a veces la amenaza de la parálisis, de la sequía de la imaginación, nada me ha hecho gozar en la vida tanto como pasarme los meses y los años construyendo una historia, desde su incierto despuntar, esa imagen que la memoria almacenó de alguna experiencia vivida, que se volvió un desasosiego, un entusiasmo, un fantaseo que germinó luego en un proyecto y en la decisión de intentar convertir esa niebla agitada de fantasmas en una historia. “Escribir es una manera de vivir”, dijo Flaubert. Sí, muy cierto, una manera de vivir con ilusión y alegría y un fuego chisporroteante en la cabeza, peleando con las palabras díscolas hasta amaestrarlas, explorando el ancho mundo como un cazador en pos de presas codiciables para alimentar la ficción en ciernes y aplacar ese apetito voraz de toda historia que al crecer quisiera tragarse todas las historias. Llegar a sentir el vértigo al que nos conduce una novela en gestación, cuando toma forma y parece empezar a vivir por cuenta propia, con personajes que se mueven, actúan, piensan, sienten y exigen respeto y consideración, a los que ya no es posible imponer arbitrariamente una conducta, ni privarlos de su libre albedrío sin matarlos, sin que la historia pierda poder de persuasión, es una experiencia que me sigue hechizando como la primera vez, tan plena y vertiginosa como hacer el amor con la mujer amada días, semanas y meses, sin cesar.
La literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera y gracias a ella desciframos, al menos parcialmente, el jeroglífico que suele ser la existencia para la gran mayoría de los seres humanos, principalmente aquellos que alentamos más dudas que certezas, y confesamos nuestra perplejidad ante temas como la trascendencia, el destino individual y colectivo, el alma, el sentido o el sinsentido de la historia, el más acá y el más allá del conocimiento racional.
Siempre me ha fascinado imaginar aquella incierta circunstancia en que nuestros antepasados, apenas diferentes todavía del animal, recién nacido el lenguaje que les permitía comunicarse, empezaron, en las cavernas, en torno a las hogueras, en noches hirvientes de amenazas –rayos, truenos, gruñidos de las fieras–, a inventar historias y a contárselas. Aquel fue el momento crucial de nuestro destino, porque, en esas rondas de seres primitivos suspensos por la voz y la fantasía del contador, comenzó la civilización, el largo transcurrir que poco a poco nos humanizaría y nos llevaría a inventar al individuo soberano y a desgajarlo de la tribu, la ciencia, las artes, el derecho, la libertad, a escrutar las entrañas de la naturaleza, del cuerpo humano, del espacio y a viajar a las estrellas. Aquellos cuentos, fábulas, mitos, leyendas, que resonaron por primera vez como una música nueva ante auditorios intimidados por los misterios y peligros de un mundo donde todo era desconocido y peligroso, debieron ser un baño refrescante, un remanso para esos espíritus siempre en el quién vive, para los que existir quería decir apenas comer, guarecerse de los elementos, matar y fornicar. Desde que empezaron a soñar en colectividad, a compartir los sueños, incitados por los contadores de cuentos, dejaron de estar atados a la noria de la supervivencia, un remolino de quehaceres embrutecedores, y su vida se volvió sueño, goce, fantasía y un designio revolucionario: romper aquel confinamiento y cambiar y mejorar, una lucha para aplacar aquellos deseos y ambiciones que en ellos azuzaban las vidas figuradas, y la curiosidad por despejar las incógnitas de que estaba constelado su entorno.
Ese proceso nunca interrumpido se enriqueció cuando nació la escritura y las historias, además de escucharse, pudieron leerse y alcanzaron la permanencia que les confiere la literatura. Por eso, hay que repetirlo sin tregua hasta convencer de ello a las nuevas generaciones: la ficción es más que un entretenimiento, más que un ejercicio intelectual que aguza la sensibilidad y despierta el espíritu crítico. Es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano. Para que no retrocedamos a la barbarie de la incomunicación y la vida no se reduzca al pragmatismo de los especialistas que ven las cosas en profundidad pero ignoran lo que las rodea, precede y continúa. Para que no pasemos de servirnos de las máquinas que inventamos a ser sus sirvientes y esclavos. Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños.
De la caverna al rascacielos, del garrote a las armas de destrucción masiva, de la vida tautológica de la tribu a la era de la globalización, las ficciones de la literatura han multiplicado las experiencias humanas, impidiendo que hombres y mujeres sucumbamos al letargo, al ensimismamiento, a la resignación. Nada ha sembrado tanto la inquietud, removido tanto la imaginación y los deseos, como esa vida de mentiras que añadimos a la que tenemos gracias a la literatura para protagonizar las grandes aventuras, las grandes pasiones, que la vida verdadera nunca nos dará. Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad. Hechicería que, al ilusionarnos con tener lo que no tenemos, ser lo que no somos, acceder a esa imposible existencia donde, como dioses paganos, nos sentimos terrenales y eternos a la vez, la literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas. A disminuir la violencia, no a acabar con ella. Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible.


martes, 30 de noviembre de 2010

CUENTOS DE TERROR DE UNA EX ALUMNA PREMIADA

El año pasado, en el instituto donde un servidor impartía clases, los de Castellano escogimos a 9 alumnos de 2º de ESO para que participaran en un concurso de relatos breves organizados en toda Catalunya por la Coca-Cola. Y, para nuestro orgullo, de los creo recordar que siete u ocho primeros premios (de un total de cientos de participantes), dos fueron para dos alumnas nuestras. Aquí os dejo dos cuentos de miedo de una de ellas, MARIA SERRAT. Ya que muchos me habéis enviado vuestros propios cuentos de miedo, aquí tenéis los de una alumna de otro instituto. Podéis leerlos y disfrutar de ellos, comparar con los vuestros, quizá pasar un poco de miedo y, sobre todo, espero que animaros a seguir escribiendo vuestros cuentos (como Maria sigue haciendo), vuestras historias, cómics..., todo lo que sea dar rienda suelta a vuestra CREATIVIDAD e IMAGINACIÓN.
Ahí van los dos cuentos:
 
CUENTO 1: OSCURA PESADILLA
Era una mañana bastante soleada. Iba tranquilamente por la calle. De repente escuché como alguien parecía seguirme, entonces pude sentir como un gran escalofrío recorría mi cuerpo. Notaba como me iba paralizando con cada paso que daba. Tenía mucho miedo pero aun así continué andando.                                                                                                                                                              
 Entonces pude ver que había una gran puerta abierta y me adentré en ella. Aquel sitio era oscuro y frío. Parecían unas galerías pero no estaba del todo segura. Habían muchas cajas amontonadas, unas encima de las otras. Me entró un poco de curiosidad y cuidadosamente abrí una de ellas. Dentro parecía haber unos frascos con un líquido bastante transparente. Parecían llevar unas etiquetas enganchadas y leí una. Allí ponía “Bálsamo hidratante, te dejará la piel como nueva”. Estaba tan concentrada pensando en donde me hallaba  que no me di cuenta de que las puertas parecían cerrarse con un gran chirrido. En ese momento el miedo se apoderó de mi. Estaba allí sola a oscuras y nadie me podía ayudar.                                                                                                                 
  En ese preciso instante pude escuchar un rugido sordo. Procedía del fondo de aquella galería tan terrorífica. En un segundo pude percibir la forma corporal de alguien. Pero ese alguien no podía de ser del todo humano. Su cuerpo era esbelto y escultural. Su rostro era bello y con un esplendor que te dejaba sin aliento. Sus ojos eran hermosos y rojizos pero a la vez te daban aquella sensación de terror y su cara no parecía reflejar ningún sentimiento.                                                                                                                       
   Él pronunció algo en un mormullo pero no lo pude comprender, estaba demasiado asombrada para poder reaccionar o pensar.                                                                                              
Aquel silencio sepulcral de repente desapareció. En un abrir y cerrar de ojos pude ver como se habría un gran agujero negro debajo de nosotros.  Aquello era impresionante. Me sentía sorprendida pero a la vez aterrada. Todo lo que me estaba pasando no era normal. Absorta en mis pensamientos no me di cuenta que estaba cayendo en aquella cosa. De repente llegamos a un sitio rocoso. Aquellas rocas eran ardientes como el fuego y aquél lugar desprendía un calor abrasador.                                                                            Aquel monstruo me había llevado a un sitio extraño para mí y no sabía que hacer. En cuanto a aquella bestia, ya se había movido como si aquel fuese su lugar de origen, en cambio, yo todavía no había podido articular ningún musculo. Continué mirando a mi alrededor. Todo parecía vacio y cada vez tenía más y más calor.                                                                                             
Me volví a fijar en aquella bestia y vi que me estaba mirando fijamente. De repente se giró y vi como se transformaba. Ahora llevaba una capa larga de un rojo muy potente. Su cara había cambiado, tenía una expresión maliciosa y pude ver cómo le sobresalían unos colmillos bien afilados.                                            
 Estaba aterrorizada, aquello era el infierno de verdad. Continuaba sin poderme mover de donde estaba. Él se acercaba hacía a mi.                                                         
Comencé a correr de una forma torpe. No era muy rápida y aquel sitio parecía un laberinto. Cada vez me costaba más respirar, me estaba quedando sin fuerzas. De golpe me percate de su presencia. Estaba justo a mi lado. Ahora ya estaba perdida y mi muerte estaba asegurada. Él me agarró con fuerza por el brazo y me miró fijamente. Su mirada era penetrante y me estaba quedando sin respiración.                                                                                                                             
 Cuando estaba a punto de desmayarme un rayo de luz muy potente atravesó aquellas paredes rocosas. Algo o alguien me cogió de los hombros y me subió hacia arriba. Al reaccionar vi que estaba otra vez en aquellas galerías tan oscuras. Me dirigí hacía la puerta y en cuanto la empuje se volvieron a abrir con un gran ruido. Mire hacía el horizonte y pude ver el crepúsculo del anochecer. Estaba viva y la pesadilla que había vivido ya se había acabado. Pero todavía quedaba el gran misterio. ¿Quién me había salvado?
 
CUENTO 2: LA APUESTA
Todo comenzó con una ridícula apuesta que nunca tendría que haber echo. Aposté con un compañero que era capaz de pasar una noche en el bosque de la venganza, pero no yo solo sino con una de mis amigas. Ella aceptó y yo también.
El bosque de la venganza era un bosque cercano al pueblo. Durante muchos años había corrido el rumor de que allí se había derramado mucha sangre, todo por sed de venganza. Todo aquel que había estado allí nunca había vuelto a ser visto.
Nadie sabía que les había pasado a aquellas personas. Todos le habían cogido miedo a aquel lugar y nadie más se había atrevido a ir de noche, menos los más valientes. 
Entonces aquella misma noche mi amiga y yo fuimos a aquel bosque. Todo estaba muy oscuro y no se veía casi nada. Nosotros nos escondimos detrás de un pequeño árbol y allí preparamos nuestros sacos de dormir y la hoguera. Se escuchaban ruidos cerca de allí pero hasta el momento ninguno de los dos estaba aterrado. Los dos nos quedamos dormidos, hasta que escuchemos un ruido que nos sobresalto. Aquel ruido era de gritos, de disparos, como de gente huyendo de su asesino. Los dos nos miramos a la cara. Estábamos muy asustados. Y si todos aquellos rumores eran ciertos? Entonces mi amiga comenzó a chillar. Dirigí mi mirada hacia la de ella y vi que delante nuestro había una chica con un vestido blanco manchado de sangre. Ella estaba totalmente pálida y sus ojos estaban en blanco. Me asusté, cogí la mano de mi amiga y comenzamos a correr. Aquello no podía estar pasando. Aquella chica era un fantasma o tan solo una ilusión? Mi amiga estaba aterrada y todo por mi culpa. Los dos estábamos escondidos, en silencio, contemplando por si veíamos algún otro espíritu. Yo me giré un segundo y cuando volví a mirarla ella ya no estaba. Mi mejor amiga había desaparecido pero yo ni siquiera lo había notado. Estaba exhausto y confuso. Nunca había tenido tanto terror como en aquel momento. Corrí sin rumbo para encontrarla pero no había ni rastro de ella.
Seguramente el fantasma de aquella chica se la había llevado. Por un instante pensé que todo aquello debía de ser una pesadilla y que cuando me despertase al día siguiente todo volvería a la normalidad. Me pellizqué y noté el dolor en mi propia piel. Aquello no era una pesadilla, era la cruda realidad. Mi amiga había desaparecido y me quedaba muy poco tiempo hasta el amanecer. Una vez salido el sol no podría hacer nada. Las almas con sed de venganza desaparecerían. Absorto en mis pensamientos no me di cuenta de que alguien decía mi nombre. Siguiendo la voz que me llamaba llegué hasta un claro del bosque. Allí me encontré a aquella chica. En sus brazos llevaba a mi mejor amiga. Ella también dirigió la mirada hacia mi amiga y dijo las siguientes palabras, unas palabras que nunca podré olvidar: -Ya nos hemos vengado de los no muertos. Tu amiga ahora esta con nosotros y lo estará para siempre. Su alama nunca podrá descansar en paz y vagara por los tiempos de los tiempos en este bosque, donde nadie se atreverá a entrar. Aquel que lo haga acabará como ella. Muerta.
Entonces ella extendió su cuerpo en el suelo y desapareció. Intenté correr hacia mi amiga pero el cuerpo no me respondía. Sentía miedo, amor y sobretodo dolor. Como había sido capaz de llevarla allí y dejar que muriera en manos de un fantasma? Cómo?
Me acerqué a su cuerpo inmóvil en el suelo. Estaba tan pálida. Tan solo tenia una apuñalada en el pecho que ya había parado de sangrar. Chillé con todas mis fuerzas. Estaba muerta. Ya no respondía a mi llamada, su corazón había dejado de latir para siempre. Pero de repente delante mio apareció otro espíritu. Era el de ella. Aún muerta estaba hermosa. Llevaba un vestido largo y blanco, aunque manchado de sangre y dejando a la vista su herida. Se acercó a mí y me susurró al odio la siguiente frase: -No te culpes de mi muerte. Tú no me has matado. Ha sido ella. Tenía sed de venganza. No sufras siempre me llevaras en tu corazón. No ha sido una muerte muy dolorosa. Tan solo noté como se me clavaba algo en el pecho y como dejé de ver el mundo. Entonces me desperté y me vi a mi misma. No te culpes. Recuerda que yo siempre te he querido y te querré, así que supongo que esto será una despedida. Adiós.
Antes de irse del todo me dio un beso en la mejilla. Noté su calor y cariño. Pero aun así yo todavía no podía reaccionar. Al primer rayo de luz volví en si y cogí su cuerpo en brazos. Caminé sin rumbo ninguno hasta que vi el pueblo y a allí me quedé.  
 
 

martes, 23 de noviembre de 2010

4º ESO: EXAMEN DE LOS MEJORES RELATOS FANTASMAGÓRICOS


Este jueves volveremos a vernos las caras, así que, recordad, el examen de la lectura obligatoria, Los mejores relatos fantasmagóricos, será este jueves 25 de noviembre para todos los grupos de 4º de ESO. Así que... feliz y terrorífica lectura a todas y todos.

jueves, 4 de noviembre de 2010

1º BACHILLERATO: TRABAJO SOBRE "EL LÁPIZ DEL CARPINTERO"

El trabajo sobre la lectura obligatoria del primer trimestre, EL LÁPIZ DEL CARPINTERO, de Manuel Rivas, consiste en las preguntas que aparecen debajo. La fecha límite para entregar las respuestas (por vía correo electrónico o escritas a mano si no tenéis acceso a Internet) será el MARTES 23 DE NOVIEMBRE (No se aceptarán trabajos entregados o enviados más allá de esta fecha).
Las preguntas que tenéis que responder son las siguientes:

1. Resume en un máximo de 300 palabras (unas 30 líneas aprox.) el contenido de la novela.
2. Describe a los personajes principales.
3. Analiza la figura del narrador (o narradores) en la novela.
4. ¿Qué punto de vista crees que sostiene el autor sobre la guerra civil española? ¿Qué aspectos o elementos de la novela te permiten deducirlo?
5. Unamuno, escritor de la Generación del 98, definió la intrahistoria como el relato de las vidas cotidianas de los seres sencillos en diversas épocas de la historia (es decir, cómo vivía en una determinada época la gente sencilla, la masa de los ciudadanos), en contraposición a la historia, centrada en el relato de los granes acontecimientos y de los poderosos (reyes, políticos, etc.). ¿Cuál de las dos perspectivas es la dominante en El lápiz del carpintero, la histórica o la intrahistórica? Justifica tu respuesta.

martes, 2 de noviembre de 2010

CUENTOS Y LEYENDAS DE TERROR DE ALUMNOS: FELIZ POST-HALLOWEEN A TODOS


Aquí os dejo un par de relatos de terror de compañeros vuestros, para mantener vivo, después de la celebración de Halloween, el gusto por las buenas historias de miedo.
RELATO DE LIDIA MONTES: 

La verdad, esto no se a quien le ha pasado, pero voy a escribirlo…
En aquel parque anocheciendo, donde se juntaban a jugar a cartas entre las estrellas, había siete bancos, siete bancos que siempre iban variando para sentarse, un día en el más viejo, otro día en el recién pintado… Todos esos bancos están llenos de recuerdos, risas, juegos, besos, abrazos, cabreos, peleas… Esto forma parte del pasado, pero de un pasado muy reciente, el cual aún recuerdan con nostalgia Paulina, Mirta y Lía.
Cuando llegan otra vez, solas ellas, esperan impacientes, otra vez más a que lleguen los amigos que faltan. Cuando están ahí sentadas, con las cartas en mano, y jugando con mucha dedicación, ven al fondo de la calle mas estrecha que da a ese parque, algo extraño, algo que no habían visto antes. Aparece como una onda muy extraña en el aire, esas que aparecen cuando hace muchísima calor en un sitio cerrado, cuando empiezas a ver doble y crees que te mareas. Algo extraño que no saben porque aparece ahí, ya que en esa noche hacia una calor más bien suave, con un poco de humedad, pero apenas sin notarse. Desaparece esa onda, y en un momento, ellas creen que no deben hacer caso, deben ser imaginaciones, ya que entre ellas tenían un ambiente animado, entre bromas y risas con el juego.
De repente, Paulina se gira y ve que en ese callejón hay algo, que lo de esa onda no era una imaginación. Deciden acercarse, y de repente Mirta, empieza a no sentir sus muñecas ni sus tobillos, llora, llora desconsoladamente; deciden irse de aquel lugar. Por el camino empieza a recuperarse, y empieza a contar a sus amigas… He visto a un niño, un niño pequeño, no tenía pies, y quería decirme algo, algo que no entendía, me daba su mano; no podía creerlo, era un niño sin pies, no podía creer lo que veía. Esa noche ella y Lía, durmieron juntas, en casa de Lía, ya que no podía dejar a su amiga sola, en ningún momento, después de lo que había pasado, no podía. Esa noche Mirta, acabó durmiendo, ya que estaba agotada de tanto llorar, y tanto disgusto le hizo dormir.
Al día siguiente, volvieron a aquel parque. Sin ningún miedo, ya que ellas no creían en ese tipo de cosas, aunque aún seguían asustadas. La madre de Lía, cuando hablaba con su hija siempre le contaba que los fantasmas no existen, pero el alma de la gente que muere y le queda algo por hacer o cumplir, queda entre nosotros, y algunas personas tienen el “poder” de ver esas almas que no consiguen descansar en paz. Lía, no había hecho mucho caso a esa explicación de su madre, pero cuando ocurrió esto, se le vino a la cabeza, y decidió contárselo a Paulina y a Mirta, así que así lo hizo. Al principio Paulina y Mirta creyeron que eso era un cuento sin sentido, pero cuando empezaron a pensarlo con calma, lo creyeron, sobretodo Mirta, ya que cuando vio a ese niño, le pedía algo, bueno, o al menos intentaba decir algo, algún mensaje querría darle a Mirta.
Ella pensó en ser valiente y en intentar escuchar a ese niño que le quería decir algo, pero no era tan fácil, no se ven “fantasmas” todos los días. Lía y Paulina decidieron ayudarla y darle toda su confianza, en que no la dejarían sola en el momento en que viera a ese niño, si es que volvería a verle, porque ellas ya habían hecho suposiciones de la aparición de ese “niño”.
Y así fue, el niño apareció, y en ese momento a Mirta le empezaron a caer las lágrimas. Y grito: ¿QUE? En ese momento, se paralizo y poco a poco volvió a la normalidad, secándose las lagrimas. El niño le había hablado y le dijo: Dame la pelota que dejé bajo el arenero cuando aquel coche me quitó la vida. Ellas se imaginaban que aquel niño habría muerto en aquel parque, y empezaron a preguntar por los alrededores, para saber si algún niño había muerto allí. Efectivamente, en una de las casas de delante del primer banco, en el 1º1ª había muerto el hijo de una pareja joven, hacía un mes.
Fueron allí, y la madre les recibió muy triste cuando nombraron a un niño muerto. Ella les contó la historia: su hijo estaba jugando en el arenero y un amigo suyo que estaba en la acera de enfrente le llamó. Ella despistada, hablando con unos amigos del barrio, no vio a su hijo que cruzo la calle sin mirar, y en ese justo momento, pasó un coche que se llevo por delante al niño, Adrián. Su madre les mostró su habitación y sus juguetes, y ellas le nombraron una pelota, la madre les contó que tenia una que le gustaba mucho y que siempre la llevaba a ese parque, ella contó, que cree que se quedó en el arenero cuando atropellaron a su hijo y ni siquiera se preocupó por ella, en todo el tiempo que había pasado. No podía volver al lugar donde había estado su hijo jugando tanto tiempo.
Así que ellas se decidieron a ir a buscar esa pelota, después de estar quitando arena durante 2 horas, consiguieron ver una pelota, roja y pequeña como de goma. La cogieron y las tres sonrieron simultáneamente.
Esa noche volvieron al parque y dejaron la pelota en el cruce de la calle donde aparecía el niño. Casi pasada la media noche, como ya había pasado las dos otras veces, apareció el niño, volvieron las lágrimas de Mirta y en esa aparición, Adrián sonrió un momento y se fue. Cuando pasó todo, se dieron cuenta de que la pelota ya no estaba. Por un momento, no vieron nada más que el sufrimiento de Mirta, y Mirta, solo veía el niño, sin estar atentas a nada más. Así la pelota desapareció y el niño con ella.
Desde esa noche, vuelven al parque con toda tranquilidad, e incluso pasan por esa calle, y ven en una de las fachadas una cara sonriente que antes no se habían fijado que estaba, algo más extraño, pero que las dejaba con una sensación de tranquilidad que hacia unos días no tenían.
No pretendo asustar a nadie con esto, pero todos tenemos que pensar en que también las personas que mueren tienen derecho a descansar, y los vivos debemos respetarles como los hemos respetado en vida. A veces la última voluntad de una persona no es cumplida, eso puede provocar a que las almas de esas personas anden por el mundo de los vivos, haciéndolo pasar mal a inocentes personas que no entienden este sufrimiento.





LEYENDA DE ADRIÀ ARTERO:
En un pequeño pueblo, al norte de Liverpool, habitaba un pueblo de 200 personas llamado Stamford. En el pequeño pueblo, habitaba el párroco John, una persona muy importante para el pueblo, ya que también era el alcalde de el. Era una persona muy querida por los ciudadanos, siempre iba a la pequeña plaza con el pueblo, charlaba con ellos, etc. Un domingo, como otro cualquiera, todo el pueblo iba a hacer la misa a la pequeña iglesia. Cuando la gente iba entrando, se extraño mucho de que el párroco Jonh no estuviese ya presente entre ellos. Decidieron esperar, y al ver que no aparecía, decidieron ir a buscarlo, pero ni rastro de el.
Lo buscaron por caminos, montañas, casas, estancos.. por todos lados y ni rastro, lo dieron por desaparecido.
El pueblo estaba muy traumatizado, pero decidieron contratar a otro párroco, para que diera la misa en su ausencia.
El nuevo párroco, llamado Bill, estaba muy contento con ser el párroco del pueblo, ya que era muy tranquilo y atento.
Hasta que un dia, a Bill, se le apereció un fantasma en la puerta de la iglesia que le dijo:'' Yo soy el parroco de este pueblo, sígueme y te mostrare mi apariencia.''
Bill fue al pueblo aterrorizado y dijo:'' Este pueblo esta embrujado, aparecen fantasmas, y pasan cosas raras aquí.''
El pueblo quedo muy traumatizado al escuchar lo que dijo Bill, y lo dejaron ir por que todos dijeron que estaba loco, ya que nadie había visto algún fantasma en todo lo que llevaban viviendo allí. Decidieron coger a otra persona para que se ocupase de la iglesia. Apareció un joven, novato en el cargo, pero le dieron una oportunidad.
Cuando fue a entrar a la iglesia, se le apreció el fantasma, y le dijo lo mismo que a Bill.
El, se fue corriendo al pueblo y dijo que se le había aparecido un fantasma y que quería dejar el cargo. El joven no apareció mas en ese pueblo.
El pueblo no se creía lo que decían y fueron a mirar ellos mismo. Al entrar vieron un fantasma al fondo de la iglesia y echaron a correr todos hacia la plaza del pueblo y llamar la policía.
Cuando llego la policía y entro, no se encontraron nada, ni fantasma ni nada.
Al irse la policía, la gente del pueblo decidieron entrar para ver si había algo. Al entrar, vieron al fantasma al fondo de la iglesia que decía: ''Yo soy el párroco de este pueblo, sígueme y te mostrare mi apariencia.''
La gente del pueblo decidió seguir al fantasma. Les condujo hasta una pequeña ermita abandonada que había arriba de la montaña. Al entrar, encontraron un esqueleto humano. Llamaron a la policía para analizar el cuerpo y si, era del párroco Jonh. A él lo enterraron en la vieja iglesia del pueblo en señal de su importancia en él.
Por eso cuentan, actualmente, que en ese viejo pueblo, en la entrada de la iglesia, al entrar puedes ver una imagen de un fantasma diciéndote quien es y donde le enterraron.

lunes, 1 de noviembre de 2010

EL MONTE DE LAS ÁNIMAS

Ya que estamos en Halloween, aquí tenéis "El monte de las ánimas", leyenda de terror de Gustavo Adolfo Bécquer, ambientada en la noche de difuntos (nuestro Halloween, vamos). Leedla, disfrutadla y enviadme por mail un resumen y vuestra opinión (si os ha gustado más o menos que "Maese Pérez el organista", y por qué).
ELMONTE DE LAS ÁNIMAS
La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria.
Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice.
Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche.
Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas.

I

—Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores, y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas.
—¡Tan pronto!
—A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte.
—¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme?
—No, hermosa prima; tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia.
Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos; los condes de Borges y de Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos Beatriz y Alonso, que precedían la comitiva a bastante distancia.
Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida historia:
—Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron.
Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos.
Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse.
Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.
La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto de la comitiva, la cual, después de incorporárseles los dos jinetes, se perdió por entre las estrechas y oscuras calles de Soria.

II

Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.
Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso: Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz.
Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.
Las dueñas referían, a propósito de la noche de difuntos, cuentos tenebrosos en que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste.
—Hermosa prima —exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que se encontraban—; pronto vamos a separarnos tal vez para siempre; las áridas llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y patriarcales sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por algún galán de tu lejano señorío.
Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia; todo un carácter de mujer se reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios.
—Tal vez por la pompa de la corte francesa; donde hasta aquí has vivido —se apresuró a añadir el joven—. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte… Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía… ¿Te acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser, y ella lo llevó al altar… ¿Lo quieres?
—No sé en el tuyo —contestó la hermosa—, pero en mi país una prenda recibida compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un presente de manos de un deudo… que aún puede ir a Roma sin volver con las manos vacías.
El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al joven, que después de serenarse dijo con tristeza:
—Lo sé prima; pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?
Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir una palabra.
Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de las campanas.
Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este modo:
—Y antes de que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? —dijo él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico.
—¿Por qué no? —exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como para buscar alguna cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro… Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:
—¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?
—Sí.
—Pues… ¡se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.
—¡Se ha perdido!, ¿y dónde? —preguntó Alonso incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza.
—No sé…. en el monte acaso.
—¡En el Monte de las Ánimas —murmuró palideciendo y dejándose caer sobre el sitial—; en el Monte de las Ánimas!
Luego prosiguió con voz entrecortada y sorda:
—Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces; en la ciudad, en toda Castilla, me llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en los combates, como mis ascendentes, he llevado a esta diversión, imagen de la guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor, hereditario en mi raza. La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres; y he combatido con ellas de día y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto huir del peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche… esta noche. ¿A qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado en San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas… ¡las ánimas!, cuya sola vista puede helar de horror la sangre del más valiente, tornar sus cabellos blancos o arrebatarle en el torbellino de su fantástica carrera como una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde.
Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz, que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil colores:
—¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de lobos!
Al decir esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo menos de comprender toda su amarga ironía, movido como por un resorte se puso de pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa, que estaba aún inclinada sobre el hogar entreteniéndose en revolver el fuego:
—Adiós Beatriz, adiós… Hasta pronto.
—¡Alonso! ¡Alonso! —dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó querer detenerle, el joven había desaparecido.
A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó atento oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se desvaneció por último.
Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire zumbaba en los vidrios del balcón y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos.

III

Había pasado una hora, dos, tres; la media noche estaba a punto de sonar, y Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en menos de una hora pudiera haberlo hecho.
—¡Habrá tenido miedo! —exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya no existen.
Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.
Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la campana, lentas, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.
—Será el viento —dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia. Las puertas de alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado y estridente.
Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave, aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad.
Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio.
Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada, oscuridad, las sombras impenetrables.
—¡Bah! —exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul del lecho—; ¿soy yo tan miedosa como esas pobres gentes, cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura, al oír una conseja de aparecidos?
Y cerrando los ojos intentó dormir…; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y arrebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento.
El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas del aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras distantes, doblan tristemente por las ánimas de los difuntos.
Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a Beatriz. Al fin despuntó la aurora: vuelta de su temor, entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que perdiera en el monte, la banda azul que fue a buscar Alonso.
Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada, asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta de horror!

IV

Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso.
FIN

martes, 26 de octubre de 2010

4º ESO: RESÚMENES DE "EL GUARDAVÍAS"


Lo prometido es deuda: aquí tenéis los resúmenes de EL GUARDAVÍAS, de Charles Dickens, de dos alumnas (a ver si así, viéndolos en la red, os animáis un poco los que aún no habéis participado en esto del blog). Me habéis enviado resúmenes muy completos, pero estos dos destacan no sólo por resumir las páginas finales, sino por, como pedía, intentar aventurar una interpretación sobre el desenlace de la historia (sobre todo el primer resumen, como veréis). Ahí van:


RESUMEN DE LIDIA CABAS:
El guardavía todavia se preguntaba qué le queria decir el espectro a él, si avisarle a él mismo de qué peligro había..
El narrador le ofrecíó quedarse con él (guardavía), pero él no quiso. Así que el narrador ascendíó por el sendero, no le gustaba la luz roja, tampoco las historias del accidente y la muerte de la chica. Pero se preguntaba el narrador cuánto tiempo seguiría así el estado  mental del guardavías. Pensó ayudar al guardavías, proponerle una solucíón, ofrecerse para acompañar al guardavías al mejor médico que pudiese encontrar en la zona. El guardavías le comunicó que habia un cambio de horario. Así que el narrador había quedado en presentarse un poco más tarde.
El dia siguiente, antes de continuar la caminata, el narrador se paró en el borde, miró hacia abajo desde el mismo lugar desde el que le había visto por primera vez (el guardavías al espectro). Ocurrió, que el narrador, vió junto a la boca del túnel, vió una figura que se tapaba los ojos con el brajo izquierdo y agitando la mano derecha.
El narrador descendíó por el sendero. El guardavías había muerto. Lo atropelló una locomotora; el hombre que la conducía le explica que cuando vío al guardavías, hizo sonar el pitido, pero el guardavías no lo pudo oír, la locomotora lo alcanzaba y el conductor gritó exactamente las palabras que gritó el espectro que habia visto el guardavías.
CONCLUSIÓN: El espectro que había visto el guardavías, le advertía de su muerte, pero el guardavías no pudo entenderle.

RESUMEN DE ALEJANDRA MANSILLA:
El relato que el hombre había escuchado le aterró un poco, ya que no todos los días se escuchaba algo como eso. Siguió quedando con el hombre y al final confraternizó un poco con él.
Al día siguiente, como todos los días que le visitaba a su cabaña, el hombre vio algo que no se podía creer, vio aquello que no creía a su amigo, un espectro con los ojos tapados y haciendo señas de advertencia.
El hombre, con prisas, se dirigió a la cabaña donde vivía su amigo; al llegar allí la sorpresa le cogió desprevenido, su amigo había muerto en un accidente de tren justo como le había explicado en su relato.
Cuando el hombre quiso saber más de la muerte de su amigo, le pregunto a Tom, el que manejaba el tren, cómo había sucedido
Tom le explicó que simplemente vio a un hombre en la vía y que este no se movía y él solo gritaba que cuidado, cuidado, pero cuando paró ya era demasiado tarde ya que el tren seguía arrastrándose, y allí fue el impacto.
Esto le chocó mucho al hombre ya que era el mismo relato que le había contado, y lo peor, el que manejaba hacia las mismas señas que el espectro.

lunes, 25 de octubre de 2010

4º ESO. LA REGENTA

Abajo os he dejado los primeros minutos del primer capítulo de la serie televisiva de LA REGENTA. Mirad el vídeo, y enviadme:
-Un resumen de lo que sucede en estos primeros minutos, donde señaléis los parecidos y las diferencias entre el incio del video y el inicio del libro que hemos trabajado en clase  (páginas 42-43 del libro de texto).
Podéis enviar vuestros resúmenes por mail, o bien insertarlos como comentarios de este texto o del video, siempre y cuando os identifiquéis (ya que os tengo que poner una nota de la actividad).

La regenta cap.1 - 1

viernes, 22 de octubre de 2010

4º ESO: LA NOVELA REALISTA

En la segunda mitad del siglo XIX, el público lector empieza ya a consumir la novela como forma de entretenimiento por excelencia, junto con el teatro. Este consumo creciente de la novela hace que el público no sólo se convierta en el juez principal de la obra (ya que la compra o no, determinando su éxito o su fracaso en el mercado), sino también en la materia de la que trata la obra realista, que buscará representar la sociedad del momento. Este público de la novela pertenecía mayoritariamente a la burguesía, que cada vez adquiría un mayor poder económico y político gracias a la extensión del sistema capitalista en toda Europa, hasta el punto de consolidarse como la clase social dominante de la época.

Frente a la literatura romántica, que buscaba representar la vida espiritual, y sobre todo las emociones y los sentimientos del individuo romántico, la novela realista busca narrar de forma minuciosa la realidad social de la época y se basa en la observación de la realidad. Frente al romanticismo, que idealizaba la realidad y se evadía a tiempos pasados, exóticos o fantásticos, la novela realista representa hechos cotidianos y hasta vulgares: tanto el mundo del trabajo y el de la política como el de la familia, prestando especial atención a las relaciones amorosas extramatrimoniales como centro del conflicto de esas obras. A consecuencia de esto último, surge, dentro de la novela realista, un grupo de obras destacado que se conoce como novela de adulterio, la primera de las cuales (y la que servirá de modelo de las demás) es Madame Bovary.

La novela realista tiene como objetivo principal la búsqueda de la objetividad en el retrato de la realidad. Para conseguir este objetivo, utiliza el recurso de la descripción, tanto del mundo social (ambientes, costumbres, etc.) como del mundo psicológico (forma de ser de los personajes, sus pensamientos, sus deseos).
Sin embargo, no sólo se busca retratar fielmente la realidad. sino que también hay una intención de crítica social por parte del autor. El escritor realista, a la vez que refleja cómo es la sociedad en la que vive, la analiza críticamente, permitiendo que el lector deduzca su punto de vista sobre ella o incluso, a veces, opinando claramente sobre algún aspecto de dicha sociedad o alguno de sus personajes. Se suelen denunciar las desigualdades sociales y la moral burguesa, que se juzga como fundamentalmente hipócrita, ya que, por ejemplo, condena el adulterio pero encierra a las mujeres en casa sin permitirles acceder a la vida pública (política, trabajo, etc.). Muchos autores realistas como Galdós o Flaubert muestran de forma más o menos clara su desencanto ante la burguesía, que al principio parecía que traería una serie de libertades sociales y políticas, y que ya en la segunda mitad del siglo XIX ponía por delante de todo esto sus intereses económicos, sin reconocer los derechos de los trabajadores.
 Los elementos de la narración realista son los siguientes:
- NARRADOR: casi siempre se trata de un narrador externo en tercera persona, omnisciente, ya que no sólo narra lo que los personajes hacen y dicen, sino que lo sabe todo sobre éstos: también nos narra sus pensamientos, sus deseos, a veces incluso sus sueños. Muestra un conocimiento absoluto sobre todos sus personajes y sobre todos los elementos de la historia que nos cuenta.
- ARGUMENTO Y TEMA: se tratan temas propios de la realidad social de la época. Aparece el tema político, reflejando muchas veces el conflicto entre la aristicracia y la burguesía. También aparece el tema del comercio y los conflictos laborales entre burguesía y proletariado, a causa de las desigualdades sociales generadas por el sistema capitalista. Como hemos dicho más arriba, en el tema privado y familiar destaca el tratamiento del adulterio, normalmente femenino.
- ESPACIO: la acción transcurre en espacios de la realidad del momento, descrita con todo detalle. La mayoría de novelas realistas sitúan la acción es espacios urbanos, ya sea en la gran ciudad (Pérez Galdós sitúa muchas de sus novelas en Madrid; Charles Dickens, en Londres) o en pequeñas ciudades de provincias (como sucede en Madame Bovary o en La Regenta).
- TIEMPO: la novela realista sitúa su trama en la época moderna, normalmente contemporánea del autor (segunda mitad del siglo XIX) o, como mucho, algo anterior al autor. Se abandona el gusto romántico por hablar de países lejanos en el tiempo o el espacio.
- PERSONAJES: cobra especial importancia la caracterización psicológica de los personajes. Éstos aparecen descritos con todo detalle: su vestimenta, su forma de ser, sus pensamientos y aspiraciones. La forma de hablar de cada personajes se cuida también mucho, ya que sirve para reflejar la clase social a la que dicho personaje pertenece (en la novela realista, no hablan igual los burgueses que los obreros).


 

miércoles, 20 de octubre de 2010

4º ESO: EXPOSICIONES SOBRE AUTORES REALISTAS

Las siguientes exposiciones individuales se van a centrar en una serie de autores realistas del siglo XIX y de novelas representativas de cada uno de ellos. Buscad información sobre el autor (datos biográficos, características generales de su obra) y sobre la novela en cuestión (fecha de publicación, argumento, personajes), organizad vuestra exposición... y espero que, con el tiempo, tengáis curiosidad por leer alguna (o algunas) de estas novelas y que, como me sucede a mí, pasen a formar parte de vuestras novelas favoritas.
A partir de mañana empezaremos a repartir las exposiciones. La lista de autores y novelas es la siguiente:

-Gustave Flaubert, MADAME BOVARY
-Benito Pérez Galdós, FORTUNATA Y JACINTA
-Leopoldo Alas "Clarín", LA REGENTA
-Charles Dickens, OLIVER TWIST
-Leon Tolstoi, ANA KARENINA
-Kate Chopin, EL DESPERTAR

4º ESO: BIOGRAFÍA DE BAUDELAIRE, O SEXO Y DROGAS (SIN ROCK AND ROLL)

Para los que se hayan quedado con ganas de saber algo más de la vida de Charles Baudelaire, el autor de "UNA CARROÑA", aquí os dejo un breve vídeo que resume los aspectos más destacados de su vida. Ya veréis como, antes de que llegaran los cantantes de rock con su pose rebelde y el lema famoso de "sexo, drogas y rock and roll", algunos poetas y artistas de la época del Realismo llevaban una vida que para sí la quisieran los Rolling Stones.  
http://www.youtube.com/watch?v=xNA12nWW0uc

lunes, 18 de octubre de 2010

1º BACHILLERATO: CONJUGACIÓN VERBAL DEL CASTELLANO

Aquí os dejo información sobre la conjugación verbal del castellano. La fuente de dicha información es del todo fiable, como que es la Real Academia de la Lengua.
http://www.elcastellano.org/esbverb.html

viernes, 15 de octubre de 2010

4º ESO: EL REALISMO DE CHARLES DICKENS

¿A que os suena la imagen de la ciudad de Londres envuelta por la niebla, con sus calles llenas de oscuridad y en un ambiente que invita al misterio? Seguro que lo habréis visto en alguna película o serie televisiva que pase en esa ciudad. Pues bien, en Londres, aunque a veces hay niebla, no es tan habitual como nos lo hacen creer las películas y la tele. Y, de hecho, esta imagen la creó Charles Dickens en sus novelas, la mayoría de las cuales pasan en Londres, un Londres que se suele describir cubierto de una espesa niebla, de una forma exactamente igual a como luego sale en las películas. A veces, ideas o imágenes que creemos reales como la vida misma están directamente influidas por la creación de algún artista importante, y este es uno de esos casos. Fijaos, por ejemplo, en este fragmento de una novela de Dickens, NUESTRO COMÚN AMIGO, en el que precisamente el inicio de una mañana en Londres:
"Empezaba a divisarse, bajo la luz del alba, la esclusa de Plashwater. Todavía eran visibles las estrellas, pero hacia levante había una pálida claridad que no pertenecía a la noche. La luna se había ocultado. A través de la neblina que cubría el Támesis, el agua y los árboles, apenas perceptibles, parecían pertenecer al mundo de los fantasmas. Todo el paisaje tenía una vaguedad espectral y la primera luz de la mañana podía compararse a la vidriosa mirada de los muertos."

jueves, 14 de octubre de 2010

1º BACHILLERATO: PAUTAS PARA LA EXPOSICIÓN ORAL

Aquí tenéis unas breves pautas que os pueden ayudar en vuestra exposición oral, sobre todo en la puesta en acción de la misma (su ejecución oral). 
http://www.scribd.com/doc/15270636/Pautas-exposicion-oral